Habitantes de cuatro barrios de la zona de la Ciénaga de la Virgen trabajan en sus propios negocios, después de 18 meses de capacitación. El 13 por ciento de la ciudad vive en pobreza extrema.
Podría ser otra historia más sobre la pobreza y la desigualdad que se vive en la mayoría de los barrios de Cartagena, lejos de la majestuosidad y el glamour que ronda entre las callejuelas del centro amurallado. Pero no, se trata de la contracara. De 204 familias que a través de la asociación comunitaria y la capacitación de diferentes organizaciones demostraron que sí se puede derrotar el hambre.
La historia empezó hace 18 meses cuando 250 familias en condición de extrema pobreza del sector de la Ciénaga de la Virgen, específicamente de los barrios Boston, La María, La Candelaria y La Esperanza, recibieron la invitación del programa Camino de Oportunidades. La oferta incluía la posibilidad de entrenamientos técnicos, capacitación de habilidades blandas y la entrega de activos productivos que cada uno podía usar para el inicio de una pequeña empresa.
Antes de empezar las capacitaciones, solo el 3 por ciento de estas familias participantes podían consumir tres comidas al día y el 36 por ciento, dos. El gran logro es que ahora el 88 por ciento de estas consume alimentos tres veces por día.
De ahí que uno de los resultados más significativos del proyecto sea el impacto en la seguridad alimentaria, a partir de la generación de ingresos como resultado de la intervención holística.
Según el informe más reciente del Dane, alrededor del 12 por ciento de los habitantes de Cartagena viven en la pobreza extrema y aproximadamente el 13,8 por ciento de los colombianos vive con menos de 196.698 pesos al mes.
El programa Camino de Oportunidades y su Modelo de Graduación es una iniciativa de Opportunity International, una organización con 50 años de historia y que desarrolla proyectos sociales en más de 30 países, destacándose por su enfoque integral en el desarrollo humano. El proyecto en Cartagena fue desarrollado de la mano de Agape, otra organización sin ánimo de lucro que trabaja por el desarrollo social de Colombia.
Dos historias, un cambio de vida
La casa de Yovanis, en uno de los puntos más elevados de la ciudad, ofrece una vista hermosa de Cartagena. Pero, al mismo tiempo, evidencia la desigualdad social y económica en que viven muchos colombianos.
La mujer, que tiene 55 años y está a cargo a tres nietos, debido a la muerte prematura de su hijo, es habitante del barrio La María, uno de los sectores más pobres de la capital de Bolívar. Antes de unirse al programa, Yovanis se enfrentó a diversos desafíos para garantizar la alimentación de su hogar, participando en actividades como el reciclaje, la venta ambulante de café y dulces, e incluso pidiendo dinero en la calle para sobrellevar los días más difíciles.
A este duro panorama hay que sumarle las condiciones de salud de uno de sus nietos, quien ha tenido que ser sometido a varios procedimientos médicos. Tratamientos que le ponen más carga económica a la familia. Sin embargo, ella mantiene una esperanza firme de que las circunstancias mejoren en el futuro.
Ahora Yovanis tiene su negocio propio, una tienda donde comercializa víveres y abarrotes, aspirando a la prosperidad que le permita cubrir todos los tratamientos necesarios para su nieto y tener las tres comidas para ella y su familia.
Giuselin Carolina Cadenas, una joven inmigrante de 26 años, es otra de las personas que participa del programa. Gracias a las capacitaciones, convirtió su gusto por las manualidades en una pequeña empresa familiar de piñatería y decoración.
Cadenas llegó a Colombia hace seis años con dos hijos pequeños, pero en medio de las dificultades para encontrar medios de subsistencia tuvo que regresar a uno de los pequeños a la casa de su mamá.
Primero trabajó vendiendo dulces en la calle; luego vendió fritos frente a un lavadero de carros y después montó su propio puesto de venta de café en el mercado de Bazurto. Allí estuvo dos años.
Con un poco de más ingresos, decidió traer a su mamá a vivir con ella en su pequeña casa de tablas. Ahí se pudieron organizar y entonces conocieron el programa Camino de Oportunidades. Después de superar todos los ciclos de formación, que incluyen capacitación en finanzas, pasando por enseñanzas para el ahorro, hasta acompañamiento psicológico. Cadenas fue destacada como una de las líderes familiares que logró consolidar su idea negocio y convertirse en referente para los otros participantes.
Camilo García Peña, vicepresidente para América Latina, explica que la organización se dedica a brindar capacitación, acompañamiento y establecer conexiones para crear soluciones financieras e ingresos sostenibles que les permitan a las familias más vulnerables romper el ciclo generacional de la pobreza.